lunes, julio 31, 2006

La sexta ecuación.

El otro día, me compré en la Fnac el libro "Cinco ecuaciones que cambiaron el mundo", de Michael Guillén.
Esta noche, buscando en Google una imagen de una película, encontré esta ecuación en una página de la que no entendí absolutamente nada.

Seguramente, no sea una ecuación de las que pueden hacer cambiar el mundo, pero me ha parecido la más bonita que he visto nunca. Aunque no la entienda.

jueves, julio 13, 2006

Prólogos


Acabo de elegir el libro que voy a empezar, no ha sido fácil (hay tanto que leer). Abro el libro por la primera página, vaya, está en blanco. En la segunda, el título, en la tercera, título y nombre del autor. ¿Para qué? ya me los sé, los leí en las tapas. Bueno, sigo, en la cuarta suelen haber dedicatorias, agradecimientos, un índice quizá. Los leo mientras me voy impacientando. Y cuando creo que ya va a comenzar la historia, ¡zas! el prólogo. Me fastidian los prólogos. Me prometo a mí misma que éste me lo saltaré. Es inútil, siempre los acabo leyendo. A lo más que he llegado es a no leer las reseñas biográficas y el resumen de las solapas. Pero con los prólogos no puedo, me parece que si no los leo me estaré perdiendo algo importante. Hay libros que además del prólogo comienzan con una introducción, más fastidio. La leo también.
Me acabo de empezar un libro. "Los lógicos" de Jesús Mosterín. De momento sólo he leído el prólogo. Dos veces. Es de los pocos que merecen la pena.
Llama lógicos a los pensadores que eran a la vez filósofos y matemáticos. Y en el libro habla en concreto de seis: Frege, Cantor, Russell, John von Newmann, Gödel y Turing. Estos seis lógicos no han sido elegidos al azar, son el equilibrio entre su aportación a la lógica y una biografía interesante. El libro promete. Cuando explica el criterio seguido en la selección pone como ejemplo de los descartados a Quine, importante como lógico pero que llevó una vida, como dice el autor, previsible y desangelada, y a Jean van Heijenoort, cuya aportación a la lógica fue modesta pero cuya vida fue intensa. Y es este punto el que me ha enganchado. Su vida y sobre todo su muerte.
Fue secretario personal y guardaespaldas de Trotski hasta el asesinato de éste. Fue entonces cuando se dedicó al estudio de la Lógica y las Matemáticas. Vivió tormentosas pasiones amorosas (cito textualmente) con sus diversas esposas y amantes. He leído en Wikipedia que fue amante de Frida. Ya separado de su última mujer, la mexicana Ana María, en Stanford, se dedica a la edición de las obras completas de Gödel, cuando recibe una llamada de ésta.
Aquí me tengo que detener para pensar. La palabra separación trae a mi mente una maleta. Una ruptura siempre trae consigo el momento en que uno de los dos, o ambos, tienen que recoger todas sus pertenencias, empaquetarlas, guardar una parte de su vida en una maleta. ¿Qué se siente en ese momento? Demasiado tarde para buscar culpables, quizá la vana esperanza de que todo se puede arreglar todavía. Pero es un punto de no retorno. Con el último de los cierres de la maleta llega el momento de la despedida, si la hay, o de salir sin mirar al otro, que tiene su frente pegada al cristal frío de la ventana. Si una persona puede pasar todo ese dolor y rehacer su vida ¿qué piensa cuando Ana María le llama por teléfono para decirle que viaje a México con ella para suicidarse y matarlo a él?
Pues no sé qué pensó, pero lo abandonó todo para tomar el primer avión a México. (¿qué pensaría durante el viaje?).
En la cama , ella le disparó tres tiros en el cráneo y después se suicidó disparándose en la boca.
Contengo la respiración. Nunca había encontrado una historia de amor así en un libro de matemáticas. En su prólogo. Mereció la pena. Esta vez, sí.
El final tampoco tiene desperdicio. Resulta que en las seis historias mezcla biografía con matemáticas. Pues para que el lector ajeno a éstas no aparque el libro y corra en busca del último de Dan Brown, las páginas en que habla de matemáticas están recuadradas de manera que se puede suprimir su lectura sin pérdida de continuidad. Esto me ha encantado. Es como una madre apartando el pimiento de las lentejas porque si no el hijo no las come.
Mañana empezaré el capítulo de Frege, aunque quizá antes vuelva a releer el prólogo.